sábado, 30 de mayo de 2009

La caída del muro

"Oh, no". Es lo primero que puedo decir cuando me doy cuenta de la situación. Aquéllo de lo que llevo tanto tiempo huyendo, está más cerca que nunca. Años de esfuerzo construyendo una férrea muralla de protección no han servido de nada. La muralla empieza a agrietarse como si de tierra seca se tratase. Y lo peor de todo, no sé cómo evitarlo. Sé que lo que hay, de momento, no es suficiente para tirarla abajo. Pero el simple hecho de ver que se está agrientando, me estremece.

Yo, que elegí la razón frente al corazón hace ya muchos años, empiezo a sufrir los síntomas de lo que tanto temí y contra los que tanto luché. El problema es ese, que no se puede luchar contra ello. Simplemente, pasa. Y, de nuevo, la perspectiva es oscura y difícil.

Siempre he sido metódica, queriendo tener todo bajo control, ser racional. Y de pronto, todo se vuelve irracional. Una parte de mí grita diciendo que corra en dirección contraria, que estoy metiéndome en un callejón sin salida. Sin embargo, la otra parte se alegra de que por fin, después de tanto tiempo, vuelva a latir tímidamente.

"Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño (El Alquimista, Paulo Coelho)". Tengo la sensación de que el autor de esta frase, tuvo mucha suerte en la vida... He deseado con todas mis fuerzas algunas cosas en mi vida, cosas posibles y verosímiles, y nunca se han llegado a cumplir. No creo que esta vez, muy a mi pesar, sea una excepción.

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