jueves, 8 de enero de 2009

Último amanecer

Los primeros rayos de sol se colaron en la blanca habitación iluminándole como a una diosa. Yo yacía a su lado, despierta, incapaz de dormir. No podía perder ni un segundo de mi tiempo con ella, no sabíamos cuanto iba a durar.

Su frágil rostro no expresaba todo el dolor y sufrimiento que llevaba en su interior.Tenía ganas de besarle, de rodearle con mis brazos y susurrarle al oído que todo iba a ir bien. Pero su endeble cuerpo decía justo lo contrario.

Sus párpados se abrieron unos milímetros permitiéndome observar sus preciosos ojos. Vidriosos y negros, me gritaban todo lo que su garganta no podía decir. El nudo de mi estómago se volvió a tensar dificultándome la respiración. No me había separado de su lado ni un solo dia, ni una sola noche. Sus labios se abrieron lentamente para poder hablar, pero de su garganta no salió más que un débil susurro ininteligible.

- Cariño, estoy aquí,a tu lado. No me voy a mover de tu lado. Si tú te vas yo me voy contigo.

Noté el frío roce de nuestras manos cuando ella cogió la mía. Era su manera de agradecer mis palabras, de sentirse un poco más viva.
De repente sus ojos se tornaron inexpresivos. Intenté hundirme en su mirada pero detrás de esos ojos ya no quedaba vida.

Las lágrimas inundaron mis ojos y cayeron por mis mejillas. No concebía el mundo sin ella, sin mi alma gemela. Me aferré a su rígido y frío cuerpo susurrando:

- Te lo dije...Si tú te vas, yo me voy contigo...

2 comentarios: