sábado, 4 de julio de 2009

¿Y ahora qué?

Una fuerte opresión en el pecho y otra en el estómago, es el resultado de esta semana de locura y consecuencia de mi próximo viaje...

Durante esta semana se ha abierto la caja de pandora. Pero por encima de todo, yo siempre recordaré una noche, una noche con la que había soñado desde hace unos meses. Me acosté un poco rayada, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, como todo lo bueno, duró muy poco.

Ahora no sé que va a pasar, sinceramente creo que saldré perjudicada, pero ya no puedo mirar hacia otro lado. ¿Cómo voy a mirar hacia otro lado? Me voy a San Francisco sí, pero eso no hará que mi cabeza se desplace lo más mínimo. De qué sirve que intente olvidarte durante el verano si sé que cualquier tía que vea la compararé contigo, que oleré tu colonia cuando alguien pase con prisas por mi lado... No, no puedo hacerlo.
Sé que puedo esperar, pero no sé a qué estoy esperando. A veces, como en la citada noche, me parecía que tenías las cosas bastante claras por todo lo que dijiste, pero al día siguiente todo da la vuelta y te veo más lejos de mí, cayendo sobre papel mojado lo de la noche anterior.

Me voy mañana y me voy con un equipaje extra que no se puede guardar en maletas. Yo, que nunca rezo, ahora me parece la mejor opción. Rezar para que cuando te vuelva a ver, tengas las cosas claras y que eso me beneficie. Para poder seguir quedando contigo, para poder seguir hablando contigo y esperar todos los días a que eso pase, para recibir un mensaje en el móvil y desear que seas tú.
Sin embargo cabe la posibilidad, bastante grande, de que esto se haya acabado para siempre. Que decidas seguir con tu vida y dejarme fuera de ella, que no hablemos ni quedemos porque eso podría volver a complicar las cosas...

Sé lo que quiero, y que quiero luchar por ello, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo.

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